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miércoles, 29 de diciembre de 2010

La cocada, el típico dulce esmeraldeño, se ha convertido en una forma de sustento para varias familias de la provincia "verde".

Decenas de pobladores de localidades esmeraldeñas, unidos en asociaciones de producción, se dedican a la elaboración de esta golosina, logrando márgenes de producción de 200 unidades diarias. Un promedio de cinco personas trabaja en la creación del alimento, desde los diferentes gremios. La meta de estos pequeños productores es exportar las cocadas a mercados externos, y ya han empezado a prepararse para ello.

Nuevos empaques, el seguimiento de normas higiénicas y el deseo de conseguir una marca propia son algunos de los pasos que han realizado estos productores. Así también han diversificado el producto, con la creación de novedosas cocadas, elaboradas con miel, maní y con leche condensada.
La cocada esmeraldeña busca mercado

Asociaciones de productores de Esmeraldas dan valor agregado al tradicional dulce y esperan compradores en el extranjero

"Vea tío, lleve su cocada en hoja, cocada con maní, cocada blanca o la cocada fina", se escucha todos los días a los vendedores de este dulce tradicional de Esmeraldas, en las terminales de buses interprovinciales y balnearios de la provincia "verde", y en otras ciudades del Ecuador.

Pero este producto quiere darse a conocer fuera del país y espera ampliarse al mercado internacional.

Para lograr este objetivo, alrededor de 15 vendedores esmeraldeños se agruparon en una asociación presidida por Joffre Velasco Quintero. El organismo ya está registrado en el Ministerio de Inclusión Social (Mies) y ha arrancado hacia su meta de expandir sus compradores.

Una tradición que genera ganancias

En Esmeraldas, los artesanos de la cocada provienen prácticamente de una misma familia: Velasco, Ortiz y Quintero. Ellos se conocen y trabajan todo el año en sus talleres ubicados en los barrios Esmeraldas, San Mateo y Río Verde.

Bacilia Ortiz es una de estas pequeñas empresarias. Ella lleva unos 40 años en el negocio y siente que es parte del mantenimiento de una tradición ancestral, que cada vez crece más. "Turistas y viajeros la llevan a EEUU, España y Venezuela, pero en pocas cantidades por los controles migratorios", indicó.

Por ello invierten en envases, papel aluminio y fundas plásticas para una mejor presentación e higiene, señaló Rosa Velasco, quien tiene un puesto de venta con su madre y hermanas en uno de los terminales de transporte interprovincial.

De su lado, Katerine Bautista, encargada del embalaje de cocadas y dulces, asegura que la nueva presentación gusta al cliente, pero que necesitan más capital para mejorar los talleres. También es importante que cada organización tenga su propio sello "made in Esmeraldas", explicó. El artesano Felipe Velasco señaló que algunos fabricantes ya tienen clientes fijos en Quito, aunque él por el momento solo vende sus productos en Esmeraldas. Toda su familia colabora en la preparación del delicioso dulce.

Con sabor a coco y panela

La cocada nace de la mezcla del coco rallado con miel de panela. Se elabora en pailas de bronce, a altas temperaturas con leña. En cada taller se preparan unas 200 unidades de cocada en cinco paradas diarias.

La paila más antigua de los cocaderos tiene unas ocho décadas y fue comprada de segunda mano en 120 sucres. En la actualidad su costo es de $400, recuerda Bacilia Ortiz.

La inversión es de $50 para cada cuota de producción. Se requiere la mano de obra de cinco personas que se encargan del raspado de coco, remover la masa, corte, embalaje y venta. Es posible apreciar algunas variantes del producto que también se elabora con miel, maní, y leche condensada El precio de las cocadas va desde ¢50 a $1, por unidad y de $2 en cajas embaladas. Anteriormente se las comercializaba en conchas de coco.

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